lunes, 17 de enero de 2011

ROQUE NAPOLEON MUÑOZ.

ESE SI ME DUELE
Hay personas que pasan por la vida dejando huellas, unas más profundas que otras. Las de POLÓN dejaron surcos que ni el poder económico, ni el político, podrán igualar. La honradez, capitulo olvidado en nuestra sociedad contemporánea, fue  el sello indeleble que dirigió su vida.
Hace mucho, pero mucho tiempo, cuando asistíamos a la vieja y olvidada, en el tiempo, cancha del partido dominicano, hablábamos de Virgilio, Gobaira y demás atletas conocidos hasta que fuimos creciendo y comenzamos a tratar otros personajes del deporte. Así fue como en la cancha del Eugenio, conocimos ajedrecistas que asistían por las tardes a efectuar sus partidas. Entre ellos mi compañero de curso Freddy Yabra (inmortal del deporte). Por eso escuchamos en ocasiones el nombre de Polón y le conocimos. Fue sin embargo cuando me desempañaba en el departamento de edificaciones de Codetel que estrechamos esa amistad.
Tenía que construir edificios en varios sitios del país y por eso solicite ayuda de dos ingenieros que para mi podían participar en los concursos; modalidad que estábamos implementando en la compañía, entre ellos estaban los ingenieros Corominas Pepín y Roque Napoleón Muñoz. A Roque le toco la oficina de San Pedro de Macorís. Firmamos el contrato y dimos el adelanto.
Habíamos descartado un solar céntrico porque lo atravesaba una cañada y eso trajo disgusto con un personaje que se dedicaba a la compra por parte de codetel y deseaba que la compañía hiciera ese negocio. A las pocas semana después de rellenar el terreno se apersonó a  mi oficina Polón y me dijo: “Puchinga”, apodo con que la mayoría de las veces me llamaba y que nunca supe de donde lo sacó, “tenemos que subir por lo menos un (1) pie sobre el nivel medio de la calle porque cuando llueve el agua pasa por encima de la acera”. Le conteste que lo hiciera porque se requería terminar rápidamente el edificio.
A los pocos días fui llamado por el presidente de la compañía para que explicara el porqué del relleno. Había visto salir desde lejos al sujeto antes mencionado y me imagine algo de lo que venía como en efecto fué. Le expliqué que por recomendación del Ingeniero se procedió así. Me cuestionó la su capacidad y nos enfrascamos en una discusión que termino dejándole mi tarjeta sobre el escritorio. La cosa se suavizó y termino ahí.
Pocas semanas de inaugurarse la oficina llegó el ciclón David y a la mañana siguiente llame a el Sr. Alberti para preguntar si había entrado el agua y me contesto que falto como una pulgada. Pase por la oficina del presidente y le hice referencia de lo acontecido señalándole incomodo, pero satisfecho en mi interior, que LA CAPACIDAD DE POLON NADIE SE ATREVIÓ NUNCA ANTES A PONERLA EN DUDA. pasar el tiempo, un día, me hizo referencia al hecho, que yo pensaba que no conocía, y le conteste: “POLON, las personas como debemos proteger su reputación y tu eres un signo de honestidad y honradez”. Pasaron muchos años, seguimos llamándonos y un día estando comprando dos mascotas de receptores una pequeña y otra grande, entró a la tienda a saludarme, conversamos un poco y nos despedimos. Cuando fimos a pagar encontramos las dos envueltas, reclame que era solo una y el tendero me contesto: “Ése Señor pago la otra”, voltie la cara y desde la puerta POLÓN sonriendo se despidió con un gesto de amistad. ESE ES EL POLÓN QUE DESEO RECORDAR HASTA QUE NOS JUNTEMOS MAS ADELANTE.
Descansa en paz amigo junto a otros que te esperan con los brazos abiertos.

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